Sergio Markarián pidió un lugar de nulo acceso para los "espías", que dice que acechan su trabajo al mando de la escuadra laica.
Era una de las grandes quejas del entrenador azul Sergio Markarián hacia la dirigencia de la U.
No le gustan nada, ni un poquito, las instalaciones que la institución posee en el
Caracol Azul, y que tienen que abandonar a la brevedad posible.
Sin ir más lejos, al menos en dos ocasiones en el actual semestre, el uruguayo sospechó que había espías de equipos rivales anotando cada una de las jugadas que trabajaba junto a su plantel.
Pues bien, Azul Azul, en su afán por agradar a su adiestrador técnico y evitar que los deje cuando termine el Torneo de Apertura, decidió tomar cartas en el asunto, y se abocó a la tarea de buscar un lugar al cual poder cambiarse en el más corto plazo.
Esa misión se le encargó al gerente deportivo Cristián Aubert, quien visitó diversos recintos junto al propio Markarián: la Liga de la Reina, el Estadio Israelita y las canchas del Banco Santander fueron descartadas una a una.
Hasta que se llegó a las canchas de Pro Club, ubicadas en Avenida La Montaña de Lampa, y el charrúa sonrió.
Las canchas son de dificilísimo acceso, colindan con una serie de industrias y una línea férrea, muy lejos de los ojos de los inefables espías.
Markarián solicitó una serie de acciones adicionales que tomar antes del cambio de casa, como aumentar en tres metros las paredes que cercan el recinto. A lo Bielsa. Para espantar a los intrusos.
Esta semana deberían firmarse los términos del arriendo, que se extenderá hasta que esté listo el complejo que Azul Azul construirá en La Cisterna.