El modelo económico que sustentará al estadio de la U

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Los directivos creen que el futuro recinto se puede dividir en tres grandes negocios: uno inmobiliario, otro que se encargará de la operación, y un tercero relativo al equipo y su rol como usuario. El complejo podría llevar el nombre de una empresa auspiciadora. 
En Azul Azul se tomaron en serio el proyecto para construir su estadio propio. Y han estado trabajando en determinar la factibilidad técnica para erigirlo.

El gerente deportivo Sabino Aguad y el presidente Federico Valdés se han abocado a definir el modelo económico que le dará sustentabilidad a la iniciativa. Y ya tienen ideas claras.

"No queremos que el estadio sea una carga económica para la U, por lo que había que idear una estructura para que se mantenga por sí sola. Uno puede dividir conceptualmente esto en tres áreas distintas: un negocio inmobiliario, la explotación del recinto cuando ya esté en funcionamiento, y el rol de un equipo de fútbol como la U, que será su usuario preferente", adelanta el mandamás.

Y en palabras sencillas, ¿eso qué significa? Que se determinó que hay tres funciones distintas que pueden ser ejecutadas por actores diferentes.

La U tiene que abocarse a buscar una empresa inmobiliaria que esté dispuesta a invertir, sólo por dar un ejemplo, 30 millones de dólares en la construcción de un recinto modelo y con tecnología de punta.

¿Qué gana con eso? Que podría entregarle la concesión a un operador que se comprometa a pagarle a dicha inmobiliaria un determinado precio anual por utilizarlo (podrían ser tres millones de dólares, por ejemplo). En diez años recupera la inversión, y de ahí para adelante todo será ganancia.

"Es un negocio con los riesgos de los negocios inmobiliarios. Sabemos que no habrá ninguna inmobiliaria dispuesta a invertir lo que sea para no ganar plata. La idea es que gane. Sólo así es posible que le interese participar. Y también es probable que el que haga el negocio inmobiliario pida que Azul Azul forme parte del riesgo. Eso es esperable, y hay que analizar la forma, que podría ser a través de una participación minoritaria en la sociedad inmobiliaria", comenta Valdés.

Una fórmula sería vender el nombre del recinto a una compañía. Lo que pague dicha empresa para que el estadio lleve su marca podría constituir el aporte monetario de los azules a la sociedad inmobiliaria.

"Se supone que los flujos eventuales para el que se adjudique la construcción son eternos", agrega el dirigente.

Son ideas en estudio.

Un chuncho enorme

La segunda parte del negocio corre por cuenta del administrador del recinto. La idea es buscar a alguien dispuesto a pagar lo que pida la concesionaria por el arriendo anual. Y él es quien deberá ver cómo rentabilizar su inversión.

"Tiene que haber un operador que esté dispuesto a pagar tres millones de dólares al año, siguiendo el ejemplo anterior. A cambio de eso va a tener como ingresos los derechos publicitarios, las concesiones (casino, por ejemplo), los estacionamientos, el pago que le haga la U por el uso del estadio cada vez que sea local allí, una eventual explotación de pantallas gigantes, además del préstamo del recinto a otros interesados", detalla Valdés.

En esta etapa también podría participar Azul Azul. ¿Cómo? Con lo que se podría recaudar con la venta de palcos o asientos individuales.

"En ninguno de estos dos negocios la U tiene ventajas comparativas con empresas especializadas como para asumirlos por su cuenta. Pienso, aunque es una opinión preliminar mía, que no tenemos ninguna ventaja en operar el estadio", dice el presidente.

Y la tercera arista del negocio es la que tiene que ver con el equipo de fútbol de los azules. La idea es que los laicos le arrienden el estadio a quien lo esté administrando.

"Es la tarea esencialmente de la U, que es ser usuario del estadio. Es el mismo rol que ejerce hoy en el Nacional", explica Valdés.

-¿O sea que la U tendrá que pagar un arriendo para usar su propio estadio?

"Pero con una gran diferencia: tendrá el uso preferente para utilizarlo siempre. La U tendría un contrato que le asegure el estadio disponible cada vez que lo necesite, aunque avise de un día para otro".

-¿El hincha podría no sentirse dueño de su estadio?

"Lo que a la U le interesa asegurarse es un estadio siempre disponible, bien mantenido, claramente identificado y en que el que quiera comprar un asiento y usarlo cada vez que la U sea local en amistosos, nacionales e internacionales, lo encuentre disponible. Uno podría decidir incluso operar el estadio, pero eso al hincha que compra un asiento no le cambia en nada la vida. Y que no se preocupen, porque el estadio va a tener un chuncho del tamaño de una casa y los asientos pintados de azul".

La U no prevé vender palcos de por vida, aunque sí por plazos largos.

Ya se han visitado seis terrenos

Mientras se analiza solicitar un estudio de mercado para determinar si hay interesados en comprar palcos o asientos en el estadio, qué precios están dispuestos a pagar y otras consideraciones técnicas, se busca el lugar donde se ubicará el recinto.

"Hemos visitado seis emplazamientos y conversado con cuatro alcaldes. Todos se han mostrado dispuestos a recibir a la U en su comuna. No hay ninguna determinación tomada. Aún nos quedan muchos lugares por ver antes de tomar alguna decisión", dice Valdés.

La prioridad es buscar un lugar con fácil acceso y no muy alejado. "Lo más probable es que esté cerca de una autopista", anticipa el dirigente.

También está casi definido que el aforo será para 30 o 35 mil personas como tope. En la U estiman que un complejo para más público es más difícil de mantener.

¿Más definiciones? La venta de palcos y asientos individuales se hará por períodos definidos, y no para siempre, como en el Estadio Monumental.

"Pueden ser cinco o diez años, por ejemplo. La experiencia internacional dice que es mejor vender por un plazo largo, pero por un plazo determinado al fin y al cabo. Eso permite intervenir el estadio sin tener que pedir permiso a cada uno de los dueños. Eso conversamos cuando recorrimos diversos estadios en Sudamérica y Europa. Nos dijeron que no se nos ocurriera vender para siempre", revela el timonel.

Respecto del tamaño de los palcos, el dirigente advierte que "eso requiere de un estudio de mercado bien sofisticado. Uno puede tener de un solo tamaño (ocho asientos), o de tres tamaños (4, 8 y 12), como en La Bombonera de Boca Juniors… O una mezcla. Y si hay más interés por palcos, se puede reemplazar tribuna por palco. Y los asientos serán donde el hincha quiera. Puede ser en tribuna, en Andes o en galería, para ir siempre a ver los partidos con los amigos de toda la vida. Estarán todas las alternativas abiertas", promete.

La voz del hincha

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