Marcelo Salas

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  • Nombre: Jose Marcelo Salas Melinao
  • Puesto: Delantero
  • Edad: 24/12/1974
  • Estado Civil: Casado.
  • Años en Universidad de Chile: ’93,’94,’95 y de ’05 a ’07
  • Títulos: ’94,’95
  • Apodo: El "Matador"
  • Debut Titular: Debut 04/01/1994 Cobreloa 2-U.de Chile 1.
  • Debut Goleador: 04/01/1994 Cobreloa 2 – U. de Chile 1.

 

 
BIOGRAFIA DE MARCELO SALAS
(Relata Marcelo Salas) 

 

Comenzar a escribir de mi vida no es tan sencillo como yo pensaba, trataba de resumir mi vida en una frase célebre, así como un titular de prensa o alguna cita celebre para que todos la recuerden, pero creo que me mi vida sido tan maravillosa que no me atrevería a resumirla en tres o cuatro palabras.

La gran mayoría de las personas me conocen por lo que es mi pasión: EL FÚTBOL, y no están muy lejanos si piensan que todo se lo debo a la pelota, la verdad es que estoy muy agradecido de ella. Pero si piensan  que el fútbol para mi es sólo goles y reconocimiento, están muy equivocados, es mucho más que eso, es maravillosamente más que eso.

INICIOS

Mi nombre completo José Marcelo Salas Melinao, y desde siempre me han llamado por mi segundo nombre,  Marcelo, la verdad no sé porque. Nací el 24 de diciembre de 1974 en la ciudad de Temuco, Chile. Toda mi infancia y adolescencia la viví en la novena región, me recuerdo que muy pocas veces viajaba para otra parte del país.

Una de las principales características que heredé de mi ciudad natal es la sangre y el temple Mapuche, por lo menos eso creo yo. Para mi nuestros antepasados son personas arraigadas a sus raíces, fervientes defensores de sus ideales, pero por sobre todo GUERREROS. Luchadores incansables, que hicieron frente a grandes potencias (Los Conquistadores Españoles) y no claudicaron hasta imponer sus términos. y con esos ideales crecí y me formé.

Mi familia era la típica familia media chilena. En ese tiempo no teníamos grandes riquezas, pero gracias al esfuerzo de mis padres no pasábamos ninguna penuria. El hogar estaba conformado por mi madre Alicia Melinao, mi Padre Rosember Salas, mi hermana Claudia y mi abuelita María. Mi mamá era la dueña de casa, preocupada de los que haceres, era la mano dura para enseñarnos lo que era bueno o malo para nosotros, pero muy cariñosa al momento del regaloneo. Mi papá trabajaba y era como el patrón de fundo, era muy conocido en el barrio y con él salía a las canchas, donde comencé a ver las primeras pichangas.

Mi colegio era el “Pablo Neruda”, quedaba muy cerca de mi casa, por lo que me iba caminando todos los días. Yo creo que como todo niño, el colegio no estaba dentro de mis predilecciones, pero al contrario de lo que se podría pensar, no era mal estudiante, de hecho podría decir que tenía buenas notas, obviamente no era el más sobresaliente.
 
También estaba cerca de mi casa, uno de los lugares donde más tiempo pasaba, era una pequeña cancha de cemento en donde junto a mis amigos celebramos memorables partidos que sólo terminaban con los gritos de nuestras madres invitándonos a hacer las tareas o para irnos a acostar.

Eran tanto los deseos de jugar a la pelota que siempre me paseaba por la calle con un balón debajo de brazo para ver si podíamos “chutear” un rato. Por esta razón, mi papá toma la decisión de inscribirme en la escuela de fútbol de “Green Cross” que en este tiempo vendría siendo Deportes Temuco. No duré mucho en la escuela, por una simple razón, en ese tiempo yo era demasiado chico en relación a mis compañeros, por lo que casi nunca jugaba. Es por eso que mi padre tomó la decisión de llevarme a su club de barrio, El Santos. El año 1983 entre a la serie “Penecas” y jugábamos el torneo regional de la Asociación Regional de Fútbol de Temuco. La verdad es que yo llevaba un muy buen pituto con mi papá, porque el era un muy buen jugador así que se me dieron todas las facilidades para poder jugar, que al final era lo que más me importaba.

Como buen campeonato de barrio, las comodidades no eran las mejores, las canchas eran de tierra, los camarines casi no existían; pero los partidos eran comparables con los mejores clásicos del fútbol profesional. Al final lo que me importaba era que podía jugar fútbol y ahí lo hacía con todas sus letras. A mi papá lo llamaban “Chamelo” por lo que a mi me apodaron “El Chamelo Chico”, así me conocían todos en el barrio y así me llamaban mis compañeros en la cancha. En el Santos me entregaron la camiseta número 10, jugaba más en el mediocampo creando jugadas de gol mas que convirtiéndolos.

Nunca dejé de ir a los entrenamientos de la escuela de fútbol del Green Cross, por lo que tenía dos equipos en donde jugar, y así tampoco dejé de pensar en poder ser un jugador de fútbol profesional. De esta forma, jugando en ambas escuadras pasé toda mi infancia.

Ya a los 15 años de edad tengo unos de los mejores recuerdos. Yo ya jugaba por las series juveniles de Deportes Temuco, y todas las semanas se hacía una selección de jugadores para realizar la función de “pasa pelotas” en los partidos del primer equipo de Temuco en el estadio Germán Becker. Era como el sueño del pibe estar ahí, poder entrar al estadio con los jugadores profesionales era todo un sueño hecho realidad. Pero lo mejor de todo era que durante el entretiempo del cotejo, entre todos los pasa pelotas jugábamos un partido en la cancha principal con todo el público mirándonos a nosotros. Eso era lo mejor, era casi como estar jugando a nivel profesional.

Yo creo que ese sólo hecho detonó en mí el claro objetivo de convertirme en futbolista profesional. Entrar a la cancha principal, gambetear a los rivales y convertir un gol bajo la atenta mirada del público (por lo menos eso creíamos nosotros) producía en mi algo que no podía comparase con nada. Para mí era lo máximo.
Ya a esa altura de mi vida, e inconscientemente, estaba preparando las maletas para irme a Santiago. La gente de mi club Santos era la que más fervientemente celebraba el hecho de emigrar a un club importante de la capital, y a través del dirigente Camilo Carrasco y el entrenador Rolando Ramírez se hicieron los contactos para que me fuera a probar a las divisiones inferiores de Palestino y la Universidad de Chile.
El gran problema, que a la postre no se tradujo en una negativa, fue la primera negativa de mis padres, sobre todo la de mi papá que no veía con buenos ojos que me fuera sólo a la capital. Pero era tan fuerte mi deseo que no fue difícil convencerlo y junto con su consentimiento me fui en busca de mi destino.

EL NACIMIENTO DEL MATADOR
(Universidad de Chile)

Tal como yo nací el 25 de diciembre de 1974, el Matador nació una tarde de domingo de Abril de 1994, en el Estadio Nacional.

Esa tarde jugábamos el clásico del fútbol chileno, Universidad de Chile frente a Colo Colo. Como todos los partidos que jugaban azules y albos, el estadio estaba repleto, era increíble la expectación que había en la gente. Todo ese nerviosismo no era comparable con lo que yo sentía antes de ese partido. Pero comenzado el partido fue todo maravilloso, se podría decir que cada una de las pelotas que yo tocaba era una posibilidad clara de gol. Una media vuelta que rematé abajo, un robo a Morón (arquero de Colo Colo) fueron los goles del primer tiempo. Vino mi tercer gol y me cometieron el penal del cuarto con el que goleamos a nuestro archirival.

Esta actuación se coronó con los cánticos de la hincha de la “U” que entonando la canción del “Matador”, apodo por el cual he sido reconocido por todo el mundo y que refleja fielmente lo que soy como jugador y lo que siento dentro de la cancha.

El año 1994 fue un año increíble, el comienzo de mi vida en el fútbol profesional se coronó con  27 tantos en 26 partidos, en el torneo oficial, el título nacional, el premio de goleador de la Copa Chile y mi primer llamado a la selección adulta  ¿Qué más se podía pedir? A todo esto se sumaba a que la Universidad de Chile no ganaba el torneo local hace 25 años, por los que participamos en la concepción de ese título pasamos a ocupar un sitio importante en la historia de la institución.

Pero ahí no paro todo, la historia todavía no terminaba en escribirse y para el año siguiente, 1995, obtuvimos lo que pensamos era inalcanzable, el Bi Campeonato y una buena marca personal 17 goles en 27 partidos.

Esas dos temporadas comenzaron un idilio que perdura hasta el día de hoy con la hinchada de la “U” y se cerraba un primer ciclo con la camiseta azul en donde dos títulos nacionales consecutivos, 50 goles en 74 partidos oficiales y el gran nacimiento de una estrella EL MATADOR.

CON LA BANDA SANGRE EN EL CORAZÓN
(River Plate)

 
Todos sabemos que el anhelo de todos los futbolistas es salir al extranjero, tener nuevos desafíos e ir conquistando logros en países donde la competencia futbolera sea más fuerte y aguerrida. Mi pensamiento no era muy distinto a los de otros compañeros. Llegar a Europa, triunfar, ser reconocido mundialmente como un buen futbolista, jugar un mundial y muchas cosas más.

Ya era el año 1996, habíamos jugado copa libertadores y surgió la posibilidad de ir a Boca Juniors. Mi representante Gustavo Mascardi, a través de su agente Fernando Hidalgo, había conversado con los representantes de Boca, mas específicamente con Mauricio Macri, y tenían todo listo para que me pusiera la camiseta Xeneixe. El único y gran problema fue que el entrenador de ese entonces, Carlos Salvador Bilardo (técnico campeón del mundo en 1986) le dijo a la dirigencia que yo “no era una buena inversión para el club”, ya que ningún jugador chileno había triunfado en Argentina. Yo para ese instante estaba en Argentina por lo que tuve que devolverme con todas mis maletas a Chile.

Un poco frustrado por esta experiencia, y en buen chileno, algo picado ( fastidiado) esperaba otra oportunidad.

Pero como el destino es sabio y Dios sabe como hace las cosas, a los pocos días otra llamada de Buenos Aires me aseguraba que la gente de River Plate había adquirido mi pase. Muchas personas en Chile me dijeron que no fuera a Argentina, sobre todo después de los que pasó con Boca, pero es tanta la fé que tengo en mis capacidades que para mi era necesario tomar ese desafió y demostrar todo lo que podía hacer en la cancha. Es por eso que acepté ir.

El técnico de River era Ramón Díaz y en el equipo había grandes futbolistas y mejores personas como Enzo Franscescoli, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo y Juan Pablo Sorín, entre otros, por lo que no era muy difícil jugar bien en ese equipo.

Con ese cuerpo humano mi adaptación fue bien corta, me hicieron sentir como una más de ellos y después de una par de minutos frente a Huracán (15 de Septiembre de 1996), se vino una revancha muy importante para mi, disputar el primer gran clásico del fútbol argentino, River – Boca. Obviamente el partido tenia un sabor muy especial, por todo lo que pasó con mi frustrado paso a Boca. Pero más que revancha era mi intención de dejar claro que yo podía hacer historia en Argentina.

Sólo puedo recordar que fue un momento increíble. Ramón Díaz me había dicho que iba de titular. Imagínense jugar un clásico en La Bombonera es una experiencia única para cualquier futbolista del mundo, entrar a la cancha y recibir la ovación de la gente de River y más encima marcar un gol en mi primer partido como titular fue algo espectacular. Uno de los mejores recuerdos de mi carrera. Y la felicidad no era sólo mía, recuerdo que en la tribuna estaba mi familia, quienes sólo pudieron tomarse de las manos para celebrar el gol íntimamente, ya que estaban rodeados de hinchas de Boca Juniors.

Desde este momento todo fue magia y alegría con la camiseta de la “banda sangre”. Salimos campeones del torneo de apertura de 1996 y yo hice 7 goles en 15 partidos, nada de malo para mi primera temporada. Los goles más recordados fueron en el partido definitorio contra Vélez Sarfield, era el partido definitorio y convertí dos esa noche.

El ’97 comenzó con sabores distinto, una lesión me dejó fuera en algunos partidos, pero lo importante fue que River se llevó el titulo de clausura. Mi aporte fue de 4 tantos en 11 partidos.

Pero todas las dudas las dejé muy claras en el apertura de 1997. Si me preguntan cual fue la mejor etapa que viví en esos años en River , tendría que decir que fue el segundo semestre de ese año. Comenzamos saliendo campeón de la Copa Sudamericana, en donde hice 7 goles, y derrotamos en la final a Sao Paulo, en donde tuve la suerte de hacer dos golazos, por lo que la hinchada de River comenzó a gritar: “ssshhhiiilllennnooo, ssshhhiiilllennnooo, ssshhhiiilllennnooo,” grito que hasta el día de hoy me llena de emoción.

Después de eso coronamos el año con el título de apertura argentino, en donde hice 10 goles en total.

Le debo mucho a River, muchos momentos lindos como los que les conté. Gracias a esos logros fui elegido ese año  Mejor Jugador Extranjero del fútbol argentino y el 17 de febrero de 1998, un día que nunca olvidaré, recibe en Montevideo, Uruguay, el Balón de Oro, trofeo otorgado por la prensa continental al Mejor Jugador de América.

Todo se coronó el ’98 con la consecución del último campeonato de ese periplo. Hice cuatro goles en once que disputé. Desde este punto ya sabía que mi destino era Europa, por lo que tenía que esperar lo que venía.

Sin duda que esa experiencia en River Plate me marcó humana y profesionalmente. Fue un período alucinante, en especial por el cariño que me regaló la hinchada. Además mi primer paso por Argentina me valoró como futbolista, transformándome en un jugador de nivel mundial.

TODOS MIS CAMINOS LLEGABAN A ROMA
(Lazio)

A mediados de 1998, todos los medios de prensa especulaban sobre mi partida, casi todos daban por hecho mi llegada a Inglaterra, a Manchester United, pero lo cierto y lo concreto es que Italia era mi meta. Es por eso que la Lazio fue la tercera casa futbolística que elegí para jugar.

Ese año, la Lazio había conformado un plantel para ganarlo todo, tenía grandes futbolistas de todas partes del mundo y un técnico de excepción, Sven Goran Eriksson.

Mis expectativas eran grandes, yo creo que las mismas que el club había depositado en mi, lo que se tradujo en una mancomunión entre todos los que vivimos ese período en la Lazio.

Pero todo se estaba dando desde antes, se podrujo el mejor presagio que podría sucederle a un jugador. Jugamos con Inglaterra y le convertí dos goles en su mítico estadio de Wembley. Me acuerdo que esto ocurrió un día antes de viajar a Roma para firmar mi contrato con La Lazio, un paso que significaba la consecución de uno de mis principales objetivos como profesional: llegar a un equipo importante del fútbol italiano, por lo que con este cartel llegué a Roma, increíble.

Después vino el mundial y mis cuatro goles fueron un pasaporte para que la hinchada Lazial me adoptara como su hijo, pues la verdad ese cariño lo sentí de inmediato por toda Roma.

Después del mundial me incorporé de pleno al plantel y pude palpar las ganas que teníamos todos por conseguir muchas cosas importantes.

La temporada 98/99 comenzamos muy bien, ya que pudimos conseguir la Súper Copa Italiana después de derrotar a la Juventus. La gente comentaba mucho el trío de ataque que conformábamos Roberto Manzini , yo y Cristián Vieri. Y la verdad nos entendimos de maravilla.

Como anécdota y para las estadísticas, me acuerdo cuando hice mi primer gol en Italia, fue el 18 de Octubre de 1998 y fue frente al Inter de Milán. Al estar en un equipo importante de Italia uno juega muchos torneos en el año, y para esa fecha jugábamos la Recopa Europea y jugamos la final con el equipo español del Mallorca, que para ese entonces era una gran sorpresa. La final la ganamos 2 a 1 y en todo el torneo hice 3 goles en seis partidos.

A la copa Italiana se le llama el Scudetto y en esa temporada 98/99 luchamos hasta el final con el Milán quien fue a la postre el campeón. Mi marca goleadora quedó en 15 tantos durante la temporada, lo que me dejó más que satisfecho, al final fue un año positivo en todos los aspectos y tuve la fortuna de adaptarme rápidamente al calcio. Además me convertí en el mejor debutante de la historia del fútbol italiano, marcando más goles que jugadores de la talla de Zico, Klissman y Ronaldo en su primera temporada en Italia.

En la temporada 1999/2000 los objetivos estaban más que claro para todos en la Lazio. No había otra idea rondando en todos los que conformábamos ese equipo, nuestro objetivo era el Scudetto.

La temporada comenzó de la mejor manera, tanto para mí como para el equipo. Teníamos que jugar la Súper Copa Europea con el Manchester United, que se adjudicó la Champions League. La final se jugó en Montecarlo y yo convertí el único gol del partido. Pudimos derrotar a uno de los grandes de Europa y llevarle la copa a todo la hinchada celeste de Roma. De mejor forma no podía retribuirle todo el cariño a los italianos.

Otros de los sueños que pude realizar fueron jugar unos de los torneos más importantes del mundo la CHAMPIONS LEAGUE EUROPEA. Junto con la Lazio podía disputar uno de los mejores campeonatos del mundo, donde estaban los mejores equipos y los mejores jugadores. Ese año alcanzamos los cuartos de final, en donde salimos derrotados por el Valencia de España. Con un dejo de amargura recuerdo esto, porque teníamos la ilusión de haber llegado mucho más alto. Pude convertir 5 goles durante el torneo.

Sin la Champions, nuestros esfuerzos se centraron en lograr el Scudetto. La Lazio no ganaba esta copa hacía 25 años, lo que me hacía recordar mucho a todo lo que había vivido en Chile con la “U”. Era tan importante para la gente lograr este título que para el equipo se transformaba en la meta más importante.

Al término de la temporada pudimos entregarle a toda la gente el Scudetto, definiendo en el mismo estadio Olímpico de Roma lo que provocó la algarabía de toda la gente. Doce fueron los goles que pude celebrar esa temporada en 28 partidos disputados.
Ese año no pudimos terminar mejor, para cerrar una temporada inolvidable logramos la Copa Italia y la Supercopa Italiana, tras superar en ambas  finales al Inter de Milán.

Para la temporada 2000/01 nos habíamos propuesto los mismos objetivos, esta vez incluida la Champions League y todo comenzó de maravillas ya que nuestro camino comenzó con la obtención de la Supercopa Italiana tras vencer por tercera vez consecutiva al Inter por 4 a 3. pero el año se tornó muy complicado tras varias lesiones de mis compañeros y también mías, lo que perjudicó el rendimiento del equipo.
No pudimos repetir los logros del año anterior ni cumplir nuestras nuevas metas. Yo jugué en 21 partidos esa temporada y pude conseguir 7 goles.

Esa sería mi última temporada vistiendo la casaquilla celeste en donde conseguí mucho, tanto en lo personal como en lo futbolístico, mis tres años en Roma se pueden resumir en un Scudetto italiano, una Recopa, una Supercopa Europea, una Copa Italia, dos Supercopas italianas, 54 goles, mucha experiencia, muchos nuevos amigos y todo el cariño de la gente.

UNA VECCHIA SIGNORA Y UNA LESIÓN REBELDE
(Juventus)

Todo lo que he aprendido en la vida me ha enseñado a que cada uno debe ponerse metas en la vida y a medida que uno las va consiguiendo debe fijarse metas más altas. De esta forma uno crece como persona y como profesional.

Esto lo digo porque tras los años de éxito que viví en la Lazio, muchos podrían haber pensado que no era necesario cambiarse o buscar nuevas fronteras, pero conversando con mi familia sobre el futuro, lo principal para mi en ese minuto, en el caso de no haber seguido en la Lazio, era pasar a un equipo aún más importante, y en esa categoría la verdad es que hay pocas instituciones en el mundo. Por eso lo de la Juventus era una posibilidad a la que no se le podía decir que no, ya que significaba un crecimiento profesional y una instancia de motivación muy grande para mí.

La Juve estaba plaga de estrellas, sobre todo en la delantera donde destacaba Alessandro del Piero y David Trezeguet, todo comandados por un técnico muy ganador e y respetado en Italia, Marcelo Lippi.

Mi debut en el estadio Del Alpi se produce el 26 de agosto del 2001 frente al Venezia, a los 70 minutos de partido ingreso por Trezeguet y el partido lo terminamos ganando por 4 goles a 0. Mi inauguración goleadora la realicé el 15 de septiembre en el triunfo sobre el Chievo Verona por 3 a 2, en ese partido convertí de penal.

Todos me presagiaban, incluyéndome, una temporada llena de glorias con la Juve, al igual que las temporadas pasadas, pero jamás se me olvidará la tarde del 20 de octubre del 2001, una de las más tristes que he vivido desde que he estado en el fútbol. Recien habia ingresado al campo del estadio Renato D’Allara en el partido contra el Bologna, en una corrida por la derecha y al querer frenar sentí el dolor más grande que había sentido en mi vida, la rodilla derecha casi me estalló. Al final el diagnóstico del doctor era lapidario: ROTURA DE LIGAMENTO CRUZADO. Cuando supe que iba a estar al menos seis meses sin jugar fue un momento terrible. Recuerdo que al otro día del partido en Boloña me encontré Turín con el profesor Marcelo Lippi, y a lo único que atiné fue a pedirle perdón, ya que me sentía muy mal porque sabía que la "Juve" había hecho una inversión importante para tenerme, pero él inmediatamente me dijo que estuviera tranquilo, que me recuperara y que recibiría todo el apoyo del club.

Mucho tiempo transcurrió, fueron días largos y semanas interminables las que viví, pero gracias a la ayuda de el fisioterapeuta Aldo Espósito y al preparador físico Andrea Canavino, volví a las canchas y sentí una inmensa alegría cuando llegó la posibilidad de volver a entrenar junto al resto de mis compañeros, ya que en el fondo significaba volver a sentirme parte del grupo; aunque varios me molestaban y bromeaban ya que todavía me faltaba mucho para estar al 100%. Ese día sentí mucho mas vivo el sentimiento de recompansa cuando alguien se propone algo y lo cumple.

A dos fechas del final me llegó una de las noticias más esperadas, los doctores me daban el alta médica, pero el técnico no quiso arriesgarme hasta el último partido que me citó a la banca. Ese es un buen recuerdo, porque yo era el encargado de escuchar el partido entre el Inter y la Lazio que jugaban en Roma. El Inter hasta ese momento era el puntero y si ganaba salía campeón. Pero escuchábamos el partido junto a Enzo Maresca y no podíamos creer lo que estaba pasando en Roma, la Lazio superaba al Inter y nos daba la posibilidad de salir campeones. Era una situación extraña, porque todos en la banca nos preguntaban qué pasaba y nosotros trasmitíamos el partido que se estaba jugando en el Estadio Olímpico.

Al final el Inter pierde y nosotros logramos el Scudetto ese año tras derrotar al Udinese en el estadio Del Alpi. Este título no pude jurar casi nada, pero mis compañeros me hicieron sentir tan participe de él como si hubiese jugado todo el año.

Mi reingreso a los partido oficiales se produjo en la final de la Copa Italia frente al Parma, al minuto 71 entré por el uruguayo Marcelo Zalayeta. Mi gran alegría se contrapuso la pena por la derrota, el Parma con un gol de Junior nos arrebató lo que parecía nuestro.

La lesión a la rodilla me afectó mucho más de lo que yo mismo pensaba, y los tiempos en la Juventus no eran los mejores para mi, por lo que decidimos junto con la dirigencia era a volver a uno de mis hogares, River Plate.

CON LA ROJA EN EL CORAZÓN
(Seleccion)

Desde la primera vez que pude patear una pelota de fútbol, mi sueño, y creo que el de todo niño, es vestir la camiseta de la selección nacional de su país. Mi sueño era ese, llegar a ponerme la camiseta número once de Chile.

Cuando me vine a Santiago, el año 1991, a probar suerte en la Universidad de Chile, mi objetivo primordial era hacer una buena campaña para luego ser llamado a la selección nacional Sub 17. Mi sorpresa fue grande cuando después del partido en que debuté con la camiseta de la U, el técnico Leonardo Véliz me nominó para jugar en la Roja, fue increíble, sólo llevaba una semana en la capital cuando ya se habían cumplido dos de los deseos más grandes de mi vida.

Para ser sincero, desde ese momento, las cosas se hicieron más fáciles, jugar por Chile siempre fue un fuerte incentivo para quedarme en santiago lejos de mi familia. El hecho de ir a entrenar con la selección mitigaba un poco la soledad y las inmensas ganas de estar con mi familia.

Mi estreno sudamericano fue en Paraguay, con la Sub 17, por primera vez una selección infantil chilena pasaba a la segunda ronda y por mala fortuna quedamos en cuarto lugar. Pero en lo personal comencé a figurar a nivel internacional, los mismos entrenadores me nombraron como uno de los mejores delanteros del torneo. Después pasamos por torneos de invitación, como por ejemplo el de Venezuela, en donde perdimos la final con Ecuador y donde salí goleador.

Continuando con el proceso de las divisiones inferiores y manteniendo un plantel a lo largo de los años, casi los mismo subimos a la sub 20, esto ya es el año 1993, donde pasamos sin pena ni gloria por el sudamericano de Colombia. Pero al año siguiente fuimos a España, a un prestigioso torneo infantil que se realiza en la Alcudia, en donde perdimos la final frente a Ucrania. Los logros importantes fueron dejar en el camino al local, España, y a la poderosa Italia, que llevaban una pila de estrellas. En este campeonato nuevamente fui goleador.

El cierre de mi paso por las selecciones menores de Chile se produjo con el torneo sub 23 que se disputó en Mar del Plata, en donde no pudimos acceder a la Olimpiada.

Pero más que los logros personales y colectivos, en mí se produjo una lazo muy fuerte con la camiseta de Chile. Recuerdo con mucha emoción haber cantado la canción nacional un 18 de septiembre en la ceremonia previa a un partido fuera de mi país y con la camiseta de Chile en el pecho, esa sensación y esa profunda emoción jamás la olvidaré. ES UN PRIVILEGIO JUGAR POR CHILE.

Pero antes, en el año 1994, fue el gran salto. El primer gran sueño cumplido, mi debut con la selección adulta. Cumplía mi primer año como jugador profesional, jugando a buen nivel, y haciendo goles que era lo importante para seguir disputando un puesto con avezados jugadores. Por lo que la prensa comenzó a especular con mi debut en la selección grande. Y para junio, el técnico de ese entonces, el croata Mirko Jozic (que luego fue director técnico de Croacia), me hizo entrar a la cancha contra nada menos y nada más que Argentina. Yo estaba en la banca y lo único que miraba era el 10 contrario, Diego Armando Maradona. No lo podía creer, sólo pedía entrar y jugar al lado de una de los más grandes, sino el más grande, futbolista del mundo.

En el segundo tiempo de ese partido la gente comenzó a corear “Matador, Matador”. Jozic me llama y me manda a la cancha, pero lo más especial y emocionante para mi, fue que a los 7 minutos de estar en la cancha marco el gol del empate. No podía pedir más. Un dulce recuerdo que me voy a llevar a la tumba. Fue increíble.

Desde ese minuto , mi relación con la selección no ha parado más, existen millones de buenos momentos y otros no tan buenos.

Cuando fui tomando más participación en la oncena titular de Chile, y con el paso de los años, el grupo de jugadores que estábamos rotando en la selección veíamos como gran objetivo llegar al mundial de Francia 1998. ese era sin duda nuestra gran meta. Muchos año habían pasado sin que Chile fuera a un mundial, el último había sido España 1982, por lo que el deseo de todos por lograr un cupo para el mundial era una premisa que nos movía en cada partido. Recuerdo que cada uno de los partidos de esa clasificatoria la jugábamos como si fuera una final, como si de ese partido dependiera nuestra clasificación.

Fue muy emocionante llegar al partido con Bolivia en el estadio Nacional, donde la marea roja colmaba las galerías y todos vimos realizado nuestro sueño de llegar al mundial. Es el mejor regalo que pudimos darle a nuestra gente, a nuestro país. Yo pude aportar con mi granito de arena a este importante logro, con mucho orgullo recuerdo algunos goles importante, como el que dio la victoria frente a Uruguay en Chile, o el que nos dio el empate frente a Ecuador en Guayaquil, o los tres que le convertí a Colombia.

Esa fue una maravillosa época.

Luego vino nuestro camino al mundial de Francia, nuestra preparación con toda la expectación de volver a participar en una justa mundialista después de 16 años.
 
En esta etapa viene un partido que jamás olvidaré. Chile jugaba en Wembley con la poderosa selección de Inglaterra. Era uno de los últimos partidos que se jugaba en la Catedral del Fútbol mundial y la fecha quedó grabada en mi memoria: 11 de febrero de 1998. El resultado esta guardado con el corazón de cada uno de los que jugamos ese partido, ganamos 2 a 0 y tuve la suerte de convertir ambos. Uno fue de penal y el otro es quizás uno de los mejores goles que he convertido en mi carrera, el pelotazo del Coto Sierra, la bajo de muslo y sin caer remato a la carrera a un lado del arquero. Muy lindo recuerdo.

Después se nos vino el mundial de Francia. Debutamos con Austria, el partido lo teníamos prácticamente ganado y en los descuentos nos empatan. Luego el partido con Italia, que con un muy mal arbitraje también igualamos. La clasificación a la siguiente ronda la obtuvimos con otro empate ante Camerún. En octavos de final nos encontramos con el poderoso equipo de Brasil y nuestro camino terminó con un 4 a 1 en contra. El balance de nuestra participación fue más que positiva, por primera vez en un mundial que no se jugó en Chile, nuestra selección logró pasar a la siguiente ronda y dimos un gran espectáculo en la fase inicial junto con esa “Marea Roja” de hinchas que inundaron los estadios de Francia. Yo terminé con cuatro goles encaramándome entre los goleadores del torneo, lo que me llena de orgullo.

Después de esta etapa, no vinieron momentos muy buenos, sólo la Copa América del 2001 tuvimos un respiro al quedar en cuartos de final frente a México. Pero la desazón que vivimos en las eliminatorias a Corea-Japón fue muy grande. Para ser sinceros no anduvimos bien, y después del desorden que vivió la selección produjo que quedáramos en la última posición de la tabla clasificatoria. Muy vergonzoso para todos los estamentos del fútbol chileno. Para mi fue una clasificatoria muy irregular, con algunas lesiones y otra suspensión, sólo marqué 5 goles. Pero siempre que pude vine a jugar por la selección porque sentía que era mi deber como chileno.

Es por esta razón que mi esfuerzo y mi esperanza están puestas en estas clasificatorias para el Mundial de Alemania, porque mi meta es jugar mi segundo mundial y darle otra alegría a los hinchas chilenos, de esta forma poder ver nuevamente esa “Marea Roja” inundando esta vez las calles de Alemania.

TITULOS

1994 Universidad de Chile: Campeonato Nacional
1995 Universidad de Chile: Campeonato Nacional
1996 River Plate: Torneo Apertura
1997 River Plate: Torneo Clausura
Supercopa Sudamericana
Torneo Apertura
1998 Lazio: Supercopa de Italia
1999 Lazio: Recopa de Europa
Supercopa de Europa
1999-2000 Lazio: Scudetto de Italia
Copa Italia
Supercopa de Italia
2001-2002 Juventus: Scudetto de Italia
Supercopa de Italia
2002-2003 Juventus: Scudetto de Italia
2004 River Plate: Torneo Clausura

PREMIOS

* 1997 Fue elegido el Mejor Deportista chileno del año por el Círculo de Periodistas Deportivos.

* 17 de febrero de 1998, recibe en Montevideo, Uruguay, el Balón de Oro, trofeo otorgado por la prensa continental al Mejor Jugador de América.
 

 

 

La voz del hincha

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