Columna de Lamen: ¿Hasta cuándo?

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El pasado Jueves, Emilio Hernández, la gran figura del Superclásico chileno, declaró a los medios de comunicación su inocencia frente a los rumores sobre una supuesta huida de la concentración de Universidad de Chile la noche previa al encuentro en Antofagasta, el día cinco de Abril. Éstos indicaban que el jugador de veintitrés años asistió a un club nocturno de la ciudad nortina, lo

cual constata un claro acto de indisciplina. El hecho no pasó de ser una mera posibilidad. Nunca se pudo probar la culpabilidad del jugador. El resultado fue todo lo contrario a lo que esperaban aquéllos que malintencionadamente filtraron dicha información a la prensa: El jugador obtuvo todo el apoyo no sólo de sus compañeros y entrenador, sino también del presidente de Azul Azul, Federico Valdés, y fue titular y figura excluyente del gran triunfo contra Colo Colo.

Afortunadamente, el medio nacional falló en su misión ya casi habitual de hacer caer a los ídolos, nuestros ídolos ¿O me dirá usted que no goza al ver a una connotada figura tropezar?

El caso Hernández da clarísimas pruebas de la ya común tendencia que ha acompañado al periodismo, más específicamente el deportivo, en los últimos años: Desentenderse de la parte netamente competitiva y centrarse en la vida personal de los atletas, porque, al final, dicen por ahí que el éxito de un periódico no se mide en la calidad de las opiniones que expresa, sino en la cantidad de copias que vende a “diario”

¿Qué vende más que una primera plana con el titular “Joven figura azul abandona concentración para irse de carrete”?

El poder que tienen los medios masivos se pone de manifiesto constantemente en nuestras vidas: Puede hacer subir y caer a un atleta tan fácilmente como se hace el jugo de naranja para el almuerzo.

La prensa elevó a Alexis Sánchez (Y probablemente lo haga trastabillar en un par de años más) a la categoría de “ídolo nacional”, valiéndole un lucrativo contrato con la marca deportiva estadounidense Nike, que actualmente “adorna” nuestras hermosas calles capitalinas con su publicidad.

Pero, a la vez, hundió en un profundo abismo a la personalidad más conocida del balompié detrás del Inglés David Beckham: el brasileño Ronaldinho Gaucho, lo cual tiene al garoto a un paso de cambiar España por Italia.

Lo que vende ya no es “Extraordinario partido de Ronaldinho catapulta al Barcelona a un paso de ganar la liga”, sino “Parece que Ronaldinho ha perdido su silueta” (En alusión a un encabezado español sobre los problemas de peso del ex-jugador del Gremio).

Uno se queda corto al decir que portadas como ésas hacen daño al profesional. No sólo violan el derecho a privacidad que como seres humanos tienen (Aunque sean celebridades, siguen siendo mortales como usted y yo) sino que pueden incluso forzar la salida de la institución del mismo. Sino pregúntenle al aludido canarinho, a un paso de firmar por el poderoso AC Milán de Italia.

Volvamos al caso del jugador azul.

Inesperadamente, el mal que quería provocar la prensa tuvo un efecto positivo en el ex-integrante de Everton de Viña del Mar. Como ya citamos anteriormente, Arturo Salah salió públicamente a respaldar al baluarte laico en plena tormenta en el caracol azul (La “U” venía de tres derrotas consecutivas) y le garantizó la titularidad en el momento más importante de la temporada: El encuentro con los Albos. Hernández alternaba titularidad con suplencia antes de la jornada en la segunda región, eclipsado por el irregular Raúl Estévez (Otro invento: Los extranjeros eran más respaldados por Salah que los nacionales o los “criados” en las inferiores universitarias). El hincha sabía mejor que nadie que era cuestión de tiempo para que la camiseta catorce apareciera en la oncena de inicio, pero nunca pensó que sería de esta manera.

Ésas son las cosas que hacen a este deporte tan hermoso: Que cada cierto tiempo puede imponerse sobre los pronósticos y las tendencias casi impuestas que hacen que las brechas entre los equipos denominados “chicos” y los “grandes” sean cada vez menores. Para este caso, que los medios de comunicación y sus inescrupulosos funcionarios no se salgan con la suya y la balanza se incline a favor del jugador y no de la empresa (Hace rato que el diario cumple el rol del vendedor y nosotros el de los potenciales compradores).

Actualmente, Emilio aprobó la propuesta de los dirigentes para iniciar acciones legales contra los responsables por la difamación de su imagen.

Es una verdadera pena ver cómo el arte de los micrófonos y las cámaras se ha convertido más que en una forma de expresión, en una manera de hacer daño y denigrar.

Previo al oscuro periodo de la dictadura militar el profesional hacía pensar a sus lectores.

Orientaba al público sobre qué tendencias seguir o qué opiniones formarse (ORIENTABA, NO IMPONÍA COMO HOY SE HACE).

Desde entonces, es una rutina pararse fuera de los kioscos en la mañana y leer los casi fúnebres encabezados de las secciones deportivas.

¿A quién le importa con quién se acueste el mago Jiménez?

¿A quién le importa que Ronaldo haya subido de peso, si sigue anotando goles?

¿A quién le importa que Mauricio Pinilla deje “Farandulandia” y comience por fin a justificar su exportación a Europa?

Quizás a usted no, pero hay que aceptarlo, por muy pecaminoso que sea: El morbo nos lleva a leer y a comprar los medios, sin importar el efecto que producen en aquellos que defienden a nuestros equipos.

Y muchas veces caemos en esa trampa.

El fútbol es el reflejo de nuestra sociedad, y se dice también que el periodismo de un país refleja a quienes lo habitan. La influencia de los medios masivos es tan variada que la podemos encontrar hasta en nuestro amado deporte. Sólo hay que pensar, mirar y darse cuenta un poco de lo que pasa a nuestro alrededor y cómo la información llega a nosotros.

Aunque por ahí lo menos deseado sea que nuestro intelecto funcione…….

La voz del hincha

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